Francisco López García

Su historia

Francisco López García Nació el 6 de febrero de 1904 en Almansa, Albacete.
Deportado a Mauthausen el 27 de enero de 1941. Nº de prisionero 5.591.
Trasladado a Gusen el 17 de febrero de 1941. Nº de prisionero 10.145.
Falleció en Gusen el 18 de noviembre de 1941.

Texto y fotografías facilitadas por Enrique Pastor López, periodista y nieto de Francisco López García.


Francisco era herrero, y en su pueblo, como en tantos otros de España, le llamaban por su mote, Sopas. Nació en el seno de una familia tan humilde como numerosa. Sus padres -Pepa y Pepe- tuvieron 10 hijos: 4 fallecieron al poco de nacer y 6 lograron alcanzar la mayoría de edad. Pepe murió joven por culpa de una tuberculosis y Pepa tuvo que vender periódicos por las calles de Almansa para poder sustentar a su prole. Sopas adoraba a su madre. Si uno lee las cartas que le escribió desde Francia después de la guerra de España lo comprueba inmediatamente; de la misma forma en que se constata el gran amor que profesaba a su mujer Enriqueta y a sus tres hijos: Josefa, Belén y Paco.

Sopas tenía la fragua en una conocida plazuela almanseña, la de la Fuente del León. Sabía leer y escribir, y aprendió pronto el oficio para no tener que ir al campo. Prefería el fuego a la tierra. Trabajaba el hierro con destreza, lo mismo forjaba aperos de labranza que construía una estufa o fabricaba una reja.

Sopas tuvo una vida corta pero muy intensa. Con un trágico e injusto final, pero exenta de cualquier sombra de duda respecto a su honradez y su honestidad, a pesar de que le tocó vivir tiempos muy difíciles (padeció 3 guerras).

Francisco López García

Con 20 años le obligaron a ir al norte de África a hacer el servicio militar. Por aquel entonces la guerra de África daba sus últimos coletazos y la "mili" duraba 2 largos años. Buena parte de las fotografías que se conservan de él son de aquella época. Su mujer, Enriqueta, las guardó siempre como oro en paño.

Tras su particular "aventura africana", ya de regreso a Almansa, la historia de Sopas, como la de España, se ve inmersa en una espiral imparable. Logró establecerse por su cuenta e impulsó junto con otros compañeros de oficio la Sociedad de Maestros Herreros de Almansa. Su compromiso republicano coincidió con su compromiso matrimonial. El 28 de noviembre de 1931, con 27 años de edad, Francisco López García contrajo matrimonio en la iglesia almanseña de San Roque con Enriqueta Ruano Martínez, un año más joven que él.

Fruto de esa unión llegó al mundo en 1933 Josefa; en 1936, Belén; y a finales de 1938, Paco. Es decir, Josefa nació el mismo año en que la CEDA, la coalición de partidos de derechas, ganó las elecciones en la Segunda República; Belén, el mismo día que las ganó el Frente Popular, coalición electoral de los partidos de izquierda (ese mismo año estalló la guerra); y Paco nació en los estertores de la contienda.

Al año de comenzar esta segunda guerra en la que se vio envuelto y quedar Almansa en territorio republicano, en mayo de 1937, Sopas fue trasladado a Albacete a trabajar en una fábrica de armas. En agosto, fue puesto a disposición de la Caja de Reclutas y destinado al Ejército del Centro, en Madrid, donde también prestó sus servicios en la fabricación de armamento de guerra.

Su mujer y sus dos hijas permanecían en Almansa y fueron escasos los permisos que logró obtener durante ese tiempo para estar con ellas. Aún así, a principios de 1938, Enriqueta volvió a quedarse embarazada y en octubre de ese mismo año nacería el único hijo varón de Sopas: Paco. Solo pudo verlo una vez. El 20 de enero de 1939, cuando se desplazaba con su unidad del ejército republicano en tren desde Madrid hacia Barcelona, el convoy en el que viajaba hizo escala nocturna en la estación de Almansa. Enriqueta supo que no podía desaprovechar esa oportunidad y llevó "al nene", un bebé de pocos meses, a la estación, para que lo conociera su padre. Sopas obtuvo permiso para bajar del tren y pasar la noche en su casa y a la mañana siguiente regresó con su unidad. Aquella fue la última vez que Enriqueta vio a su marido y que Francisco pudo besar a su mujer y a sus 3 hijos.

Llegando a Barcelona las bombas de la aviación fascista caían por doquier, lo que provocó la consabida desbandada. Sopas pasó a formar parte de la mayor diáspora en la historia española, con medio millón de refugiados camino de Francia. Cuentan las crónicas que la vecina república francesa no estuvo a la altura de las circunstancias, y que los refugiados españoles fueron tratados como perros en las playas donde el gobierno galo instaló de forma improvisada los campamentos para acogerlos. "Un infierno sobre la arena", así lo definió el famoso fotógrafo Robert Capa, en marzo de 1939, cuando visitó el enorme campo donde se hacinaban en ese momento más de 80.000 republicanos españoles.

En esos campos de refugiados franceses Sopas se reencontró con su primo hermano Francisco Gabaldón García, al que todos llamaban El moreno. Los dos eran de Almansa. Los dos tenían la misma edad pues habían nacido el mismo mes del mismo año. Los dos habían compartido ya los sinsabores de dos guerras, la de África, porque hicieron la "mili" juntos, y la de España, cada uno por su cuenta. Y a los dos todavía les esperaba lo peor.

La obsesión de ambos era regresar lo antes posible a Almansa, especialmente la de Sopas (El Moreno era soltero); por eso empezó a realizar gestiones para conseguirlo y volver con su mujer y sus 3 hijos. Sin embargo, lograr los avales para regresar a casa resultó tarea imposible y la única opción que les dio el gobierno francés fue alistarse en la Legión Extranjera o en las militarizadas Compañías de Trabajadores.

Sopas y El Moreno pasaron a formar parte de la 4ª Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE). Su primer destino: los Alpes franceses. Su Compañía se instaló en el municipio de Bourg Saint-Maurice (hoy paraíso del esquí alpino), desde donde envió la primera carta entre abril y mayo de 1939. En el archivo familiar se guardan una veintena de esas cartas que remitió Sopas desde Francia a lo largo de un año, del 30 de mayo de 1939 al 30 de mayo de 1940.

Sus hijas, Josefa y Belén, no olvidarán nunca la tremenda alegría que sentían al ver llegar al cartero con las cartas de su padre. Le esperaban en la calle porque solía pasar siempre a la misma hora.

Hasta las Navidades de 1939, la 4ª CTE permaneció en Bourg Saint-Maurice. Desde allí escribía Sopas a su familia. Les echaba mucho de menos y les reclamaba continuamente que le escribieran y le mandaran fotografías; les expresaba su enorme preocupación ante las estrecheces que pudieran padecer en su ausencia; aún así manifestaba sentirse fuerte y esperanzado sobre su regreso, dispuesto siempre a celebrarlo con una buena gazpachá ("como los gazpachos que se hacen en Almansa no hay sitio en el mundo", escribía); incluso narraba que un domingo de agosto, "con un muchacho de Mogente", tras una larga caminata "cruzando altas sierras", logró recolectar varios ejemplares de "la flor de los Alpes" (la flor de edelweiss), que le remitió a su mujer, Enriqueta, como prueba de su amor. Durante estos meses aprendió a hablar y a escribir en francés e intentó contactar con unos familiares almanseños que habían emigrado a Francia en los años 20 (la familia de Portillo).

Francisco López García

Sin embargo, coincidiendo con la entrada del año 1940 su Compañía fue trasladada al norte, a la frontera con Alemania, a la localidad alsaciana de Baerendorf, en el Bajo Rin. Allí volvieron a sufrir los rigores del crudo invierno (alcanzaron los 25 grados bajo cero) y el rechazo de la población autóctona, que poco a poco fue acostumbrándose a la presencia de los refugiados españoles. Sopas confiaba en regresar a España o en poder trasladar a su mujer y a sus hijos a Francia. Consiguió localizar a sus familiares emigrantes, con los que intercambió cartas y de los que recibió alguna ayuda que otra (comida y dinero fundamentalmente). No dejó de reclamar fotografías a su familia y sus cartas contenían cada vez más referencias a lo mucho que echaba en falta a sus hijos y, muy especialmente, a su mujer (alguna era tan explícita que la censura la tachó).

En la última carta de Sopas, de 30 de mayo de 1940, no hacía referencia alguna a la invasión nazi de Francia, aunque durante esos días las tropas alemanas lanzaron su ofensiva sobre el país vecino, permitiendo a Hitler entrar victorioso en París el 14 de junio de 1940. Sopas no intentó huir, estaba convencido de que los alemanes no tenían razón alguna para detenerle. Craso error. Los refugiados españoles junto a los soldados franceses, holandeses, ingleses y belgas fueron capturados por el ejército alemán y trasladados a campamentos de prisioneros de guerra. Sopas y su primo, El Moreno, junto a 40.000 prisioneros más, fueron enviados al stalag XI-B de Fallingbostel, un campamento situado en el norte de Alemania, entre Hamburgo y Hannover. Allí recibió el número de prisionero 86.887. Su familia no volvería a recibir noticias suyas nunca más.

Sus hijas, Josefa y Belén, tampoco olvidarán jamás la profunda tristeza que les embargó cuando el mismo cartero, a mediados de 1940, día tras día, les repetía la misma frase: "no hay carta de vuestro padre". Un día, sencillamente, dejaron de preguntarle.

La distancia que separa el campo de prisioneros de Fallingbostel y el campo de concentración nazi de Mauthausen, cerca de la ciudad austríaca de Linz, es de 858 kilómetros. Un tren cargado de prisioneros recorrió esa distancia durante varios días del frío mes de enero de 1941. Hacinados, como el ganado al matadero, Sopas y El Moreno llegaron el 27 de enero a la estación de Mauthausen. Se trataba del transporte más numeroso de deportados españoles a un campo nazi, con 1.506 españoles.

Sopas se convirtió en el número 5.591 y El Moreno, en el 6.342. Los dos "celebraron" su trigésimo séptimo y último aniversario en Mauthausen. Dicen que con esa edad, en los campos de concentración, uno ya era "viejo". Tras pasar unas cuantas semanas a la intemperie en la zona de cuarentena, los dos fueron enviados a Gusen, subcampo de Mauthausen, conocido como "el infierno de los infiernos". No en vano 5.266 prisioneros españoles del total de 7.532 deportados a Mauthausen fueron trasladados a Gusen, donde fueron asesinados 3.959; es decir, 3 de cada 4 españoles no salieron con vida de Gusen.

Sopas era herrero pero en la ficha que le hicieron los nazis quedó registrado como obrero. Todo indica que su destino fue el peor posible: "el pozo" o las canteras de Gusen. Nadie debía sobrevivir allí más de 3 meses, según los macabros cálculos de los SS. Además, los kapos polacos, profundamente católicos, maltrataban con saña a los "rojos españoles". Por si fuera poco, el frío y el tifus hicieron el resto.

En octubre de 1941, la explotación de las canteras de Gusen tuvo que paralizarse durante unos días por una epidemia de tifus que provocó la muerte de centenares de presos y de algún que otro SS. Pero, como explica la historiadora austriaca Martha Gammer, "lo peor comenzó en noviembre de 1941. La mayoría de los prisioneros españoles murió en Gusen en el invierno del 41 al 42. El clima fue terrible y duro, con temperaturas de menos 25 a menos 29 grados, había hambre y un trabajo durísimo en las canteras".

Un testigo de la muerte de Sopas, superviviente de Gusen, no quiso contarle a su mujer Enriqueta cómo falleció el herrero almanseño, aunque le insinuó que los nazis le asesinaron cuando salió en defensa de su primo, El Moreno. Como ha contado en alguna ocasión Ramiro Santisteban, republicano español superviviente del Holocausto, "lo más horrible que podía ocurrir en un sitio como Mauthausen era estar con otro miembro de la familia. Si maltrataban a uno, corríamos el riesgo de salir a defenderle, lo que podía resultar fatal".

Francisco López García, Sopas, fue asesinado en Gusen el 18 de noviembre de 1941. Su primo, Francisco Gabaldón García, El Moreno, el 4 de enero de 1942.

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen